tag:blogger.com,1999:blog-73598823354002406392024-03-21T08:17:29.727-07:00Gestionando los tsunamisApocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.comBlogger26125tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-45377826148226060882013-12-30T15:18:00.000-08:002013-12-30T15:18:58.662-08:00Dibujando pesadillas en el parque de atracciones<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXKGFxFZn9jtszxeb4cdZHqEo3Cm8TLrdZ001P41sSXk10H6cyVJQ2C2K6HcGzB0d6QVy8KPOGTxWFSgPs2nQNqX7yG6T73mG143S-mR57dPIynRRmlwnzRxWvXrUX4rjF-pQQCnC8W6Fc/s1600/Pripyat,+Ukraine.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXKGFxFZn9jtszxeb4cdZHqEo3Cm8TLrdZ001P41sSXk10H6cyVJQ2C2K6HcGzB0d6QVy8KPOGTxWFSgPs2nQNqX7yG6T73mG143S-mR57dPIynRRmlwnzRxWvXrUX4rjF-pQQCnC8W6Fc/s320/Pripyat,+Ukraine.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Book Antiqua","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Algunos
dicen que este lugar está habitado por fantasmas, y que el que se aventura a
entrar en el no regresa jamás, otros dicen que hay una maldición sobre el
parque de atracciones, aunque no son capaces de precisar cual, o cambian de
versión según el pueblo donde la han escuchado, leyendas sobre un payaso que
enloqueció de celos y disparó contra la taquillera de la montaña rusa y después
contra los niños que hacían cola con nubes de algodón en las manos, o sobre cómo
se desprendió una de las cabinas de la noria cayendo encima de la barraca de
tiro, y aunque mi memoria es bastante frágil puedo decir que ninguna de ellas
es realmente cierta, porque la verdad es bastante más terrible que todo esto, y
si hay algún culpable de que se apagaran las luces de verbena y dejaran de
girar los tiovivos, ese soy yo, su último habitante, que sigo vagando entre los
hierros corroídos por el tiempo, en busca de gargantas que se ofrezcan a ahogar
mis gritos, soy yo quien anima a los aventureros a correr en el túnel del
terror, a sentarse en las butacas desvencijadas de la carpa circense, a buscar refugio en las jaulas de las fieras,
a jugar al escondite en la casa de los espejos, aunque cada vez recibo menos
visitas, porque ya son pocas las jóvenes parejas que buscan satisfacer aquí mis
instintos, burlándose de los fantasmas al pasar bajo el ajado letrero del
parque, al que ya le han caído la mitad de las letras, o los intrépidos
muchachos que ponen en juego su hombría, para perderla, hace unas semanas llegó
un hombre escapando de la justicia, y disfrutó de una auténtica noche de verbena,
que lo dejó tan agotado que, finalmente, no se resistió al cuchillo, ahora no
puedo recordar cómo empezó todo este divertimento, quizás porque siempre me ha
parecido que el mal habitaba bajo las sonrisas, y al quebrarlas encontré el
camino para que dejaran de fingir y se liberaran con un torrente de lágrimas,
al mismo tiempo que me convertía en prisionero de este parque de atracciones
donde mi única ocupación es dibujar pesadillas, tal vez algún día llegue el que
me libere a mí, el que me ofrezca descanso, pero son muchas las horas que
dedico a minar el parque de trampas, aunque ninguna realmente mortífera, y
sería muy difícil atraparme, tal vez mi frágil memoria algún día me traicione,
y sea mi propio verdugo, cayendo en una de esas trampas y dejándome pudrir
entre el óxido. <o:p></o:p></span></div>
Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-72660644372017473692011-10-26T07:45:00.000-07:002011-10-26T07:51:26.074-07:00Simulacro de naufragio (X); Comida dominical y sobremesa<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8ZN2YogEF6BG390LaR4Gsi0xcsV3OKQUahPqkqTKOEi49elGouev1ScFDboRKEAVMDLeCzqV-Qm6vm2qwHFyC6cpEkseMYrhY7K4B_gQDwfIrFsuPB1bE3tv7lE8C0cRijgkKEOdP1RMW/s1600/Entremuralhas+3.2+089.JPG" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 266px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8ZN2YogEF6BG390LaR4Gsi0xcsV3OKQUahPqkqTKOEi49elGouev1ScFDboRKEAVMDLeCzqV-Qm6vm2qwHFyC6cpEkseMYrhY7K4B_gQDwfIrFsuPB1bE3tv7lE8C0cRijgkKEOdP1RMW/s400/Entremuralhas+3.2+089.JPG" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5667813545662470930" /></a><br /><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">Vann<span> </span>parecía guionizada por Adrian Tomie, y aún con pocas horas de sueño, con una resaca que debía ser considerable, y con el cambio de escenario, seguía empeñada en recordarme las canas que empezaban a poblar mis sienes y la poca actividad neuronal que había debajo de ellas. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">No podía negarle lo evidente, que era viejo y estúpido, y que por eso íbamos a compartir mesa, pero también me alegré con no sentarme a su lado, para poder apreciar el sabor de los alimentos.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">En cuanto trajeron la comida empezó a mejorar mi humor, que muchas veces tiene su origen en lo que me llevo a la boca. Que le vamos a hacer, soy un tipo de gustos sencillos, como los habitantes de las cavernas: bien comido, bien cagado y bien follado, hasta parezco un señor.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">Entre bocado y bocado aún me permití soltar cuatro latigazos a las cajeras de supermercado, para devolverles algunos de los que me habían soltado en la víspera, mientras mis amigos fingían una normalidad que, a todas luces, no existía. Aún disfruté de los entrantes, de los primeros platos y de los segundos, del postre, el café y los chupitos. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">No lograron perturbar mi comunión con sus lenguas venenosas, gracias en parte a Gato, que no tenía que hacer esfuerzos para mostrarse encantador y que mandaba miradas cargadas de fuego a la rubia, despreciando el peligro que llevaba.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">Al salir del restaurante volvieron las incertidumbres, y mi cuerpo lo único que me pedía era una siesta de pijama y bacinilla, como las de los antiguos, y otra vez Gato tomó las riendas y propuso un paseo a orillas del río, para que nos diera un poco el fresco. Así partimos hacia el interior, buscando un lugar apartado, lejos de los arenales en los que, seguramente, estarían ya los zombis que habían abandonado la ciudad. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">Otra vez las matemáticas seguían resultando curiosas, en un coche fueron dos y dos, que seguían siendo cuatro, y en el otro fuimos dos, que seguíamos sobrando. Nos dio tiempo de hacer la digestión por el camino, y también de marear a las muchachas que cuando llegamos a nuestro destino parecía que tuvieran una estaca clavada en el estómago. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="font-size:12.0pt; line-height:115%;font-family:Georgia;mso-ansi-language:ES">Mi buen humor iba en aumento viendo a Vann al borde del vómito, y cuando nos adentramos en el bosque de ribera se me caían las risas, viendo como esquivaban las cagadas de las vacas para no dejar enterradas las sandalias. Era una situación bonita y se me disparaba la cámara con las mismas ganas que un rifle de asalto AK-47.<o:p></o:p></span></p>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-91411096310648971182011-07-19T01:42:00.000-07:002011-07-19T01:48:36.066-07:00Simulacro de naufragio (IX): Las grandes cuestiones de la existencia<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5knY2XHWRZ0yBa9k_W9qqNyTp7wALipEZ40evI-5lzmPo-b-yNtQ1p73XbyqAJc1_RhtSzOdnSysBVKNb9kuJ9AQu7pvAsJs6pR-mcE_SOj9hBxbvhDMfZy6D1gfKiktVNxKoVf4u_dZR/s1600/IMG_2360.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5630982174297148370" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5knY2XHWRZ0yBa9k_W9qqNyTp7wALipEZ40evI-5lzmPo-b-yNtQ1p73XbyqAJc1_RhtSzOdnSysBVKNb9kuJ9AQu7pvAsJs6pR-mcE_SOj9hBxbvhDMfZy6D1gfKiktVNxKoVf4u_dZR/s400/IMG_2360.JPG" border="0" /></a>Podría haber saltado por la ventana en lugar de utilizar el ascensor, y las chicas que esperaban en mi portal hubieran reaccionado igual, seguían enfadadas con el mundo y yo seguía teniendo la culpa, sin embargo Roi ya había sumado puntos y debía de pensar lo más evidente: que aunque estuvieran trastornadas seguían estando más que buenas, y que merecía la pena aguantar un poco más si la recompensa era un pedazo de carne tierna. </div><br /><div align="justify"><br />El Nota volvió a completar el quinteto a regañadientes, porque no tenía costumbre de abandonar su cueva en las jornadas dominicales, quizá preguntándose como yo las grandes cuestiones de la existencia ¿Quiénes somos? ¿De donde venimos? ¿Adonde vamos?. Yo todavía tenía más preguntas, y ya estaba fabricando respuestas, gracias al líquido negro que, mezclado con fragmentos de pesadillas, navegaba por mis venas. </div><br /><div align="justify"><br />La canícula que nos estaba azotando con la saña de un tribunal islámico no era propicia para tomar decisiones, y como no me gusta darles espectáculos gratuitos a los vecinos tuve que escuchar al órgano más despierto de todo el grupo: mi estómago. </div><br /><div align="justify"><br />En esos momentos contados de mi biografía en los que me siento feliz se despierta en mí un hambre de lobo, y cuando me siento desgraciado, al borde del abismo o del naufragio, también tengo unas ganas locas de llenarme el vientre con algo más contundente que las mariposas. </div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Cuando no estoy en ninguna de estas situaciones, como en esta ocasión, también tengo un hambre de la hostia, así que dirigí todas mis energías a pensar en un comedero para poder cerrarles la boca a las niñas, que también se habían levantado repugnantes, y de paso recuperar energías. </div><br /><div align="justify"><br />Después de barajar distintas alternativas salimos hacia el puerto, en cuyas proximidades se encuentra uno de esos contados sitios de confianza, donde te dan bien de comer sin desplumarte, porque tampoco era la ocasión como para impresionar a nadie, ni tampoco lo merecían. </div><br /><div align="justify"><br />Por el camino efectué una llamada de urgencia, y sumé a Gato a nuestra expedición, que se mostró encantado con la posibilidad de tener presencia femenina en la comida. Ya no había lugar para las matemáticas, y bien que agradecía la presencia de un diplomático, que venía armado con toda la paciencia del mundo para atender los agravios de las forasteras, con lo que el almuerzo sería, por lo menos, un poco más tranquilo que nuestra noche. </div><br /><div align="justify"><br />O por lo menos en eso confiaba yo.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-40705268903879593382011-06-23T02:05:00.000-07:002011-06-23T02:24:15.115-07:00Simulacro de naufragio (VIII): Desafiando las matemáticas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqQ42UlEfA7U6gje1hek9p8KtzLg6pLjFTqmkn1bEC1HKP6wM-Xooy63ZFjBHiHZVdUNslrL3BU4BHNRNqO4sJCvwvtXM9Bi33yRjooZd6YkBEPctBY81IOpiOZWdQSN9IWPQkZfozbCkg/s1600/110617_Exila_39.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5621342938222028482" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqQ42UlEfA7U6gje1hek9p8KtzLg6pLjFTqmkn1bEC1HKP6wM-Xooy63ZFjBHiHZVdUNslrL3BU4BHNRNqO4sJCvwvtXM9Bi33yRjooZd6YkBEPctBY81IOpiOZWdQSN9IWPQkZfozbCkg/s400/110617_Exila_39.JPG" border="0" /></a>Foto: Xacobe Casal<br /><br /><br /><div><br /><div align="justify">En el trayecto que nos separaba de mi ansiado cadalso, uno de los nuestros se detuvo a tomar aire en los portales, y acompañó las bocanadas con el aliento de la morena, que tenía las manos juguetonas y probaba a avivar un poco el fuego, aunque no tanto como para quemarse. Mientras, en la vanguardia avanzábamos penosamente por la avenida desierta aguantando las últimas tonterías de Vann, alarmada por la posibilidad de que su amiga decidiera confundir sus sudores y rematar la jornada condenándose a golpe de cadera. </div><br /><div align="justify"><br />Otra vez conté: dos y dos seguían siendo cuatro, así que en la esquena que se separaban nuestros caminos hice un gesto y escupí un par de palabras inteligibles a modo de despedida. Ya era demasiado, incluso para mí, y además siempre he odiado estos momentos en los que se decide si se acaba el partido o se juega la prorroga, porque de todos modos yo ya estaba en el banquillo. </div><br /><div align="justify"><br />Me derrumbé en el sepulcro con la misma sensación con la que me había levantado hacía un millón de horas, con la de haberme convertido en el último habitante del planeta, pero no me quedaban fuerzas ni para la nostalgia, así que me adentré en los territorios de la inconsciencia con la misma resignación que si me hubiese abandonado en brazos de la dama de la guadaña. </div><br /><div align="justify"><br />Ni tan siquiera tuve constancia de los fantasmas que mastiqué durante las escasas horas que dormí, aunque cuando los gritos del teléfono me arrancaron de la última pesadilla, tenía llena de arena la garganta y en mi cabeza pastaba una manada de hormigas. </div><br /><div align="justify"><br />Otra vez maldecía no haber apagado la conexión con el satélite y ese principio de asertividad que me hace decir siempre que si cuando tengo que decir que no, pero ya se me había jodido el sueño y volví a desafiar a las matemáticas. </div><br /><div align="justify"><br />Roi ya había organizado para comer con Luna y Vann, que aún tenían ganas de vacile, y el Nota se había sumado a regañadientes, también sin que le salieran las cuentas. </div><br /><div align="justify"><br />Me arrastré hacia la ducha con intención de que esta vez el desagüe no solo se llevara las telarañas, sino también el puto síndrome de Peter Pan que me impedía actuar conforme a las muchas primaveras que me había tocado sufrir. </div><br /><div align="justify"><br />Pero un manantial de agua caliente no era suficiente para alejar la sombra que oscurecía mi frente, ni para aliviar ese saco de rencor que se encogía como un puño entre mis piernas, así que preparé un café más negro que mi alma y lo acompañé con un analgésico, para fabricar otra serie de sonrisas, más falsas que las manufacturas napolitanas. </div><br /><div align="justify"><br />Así me arrojé a la calle.</div></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-74264844920636775842011-05-09T04:22:00.000-07:002011-05-09T04:27:31.765-07:00Simulacro de naufragio (VII): Resistiendo a la pequeña muerte<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglF8uvlOaI_0wz0WYUhvWWBFyGpil_kdupPYU-YL5qBEfZcxIoCSyuc2PtxM8Ow-qVWwVYGf8e1iMnfXLYtdpf1fyaTkuYPsn0X6RYWLUKu746yFNzc2XQvKobLvzfK33Y_D6bPFAFOeER/s1600/IMG_7689.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5604676272206384370" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 225px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglF8uvlOaI_0wz0WYUhvWWBFyGpil_kdupPYU-YL5qBEfZcxIoCSyuc2PtxM8Ow-qVWwVYGf8e1iMnfXLYtdpf1fyaTkuYPsn0X6RYWLUKu746yFNzc2XQvKobLvzfK33Y_D6bPFAFOeER/s400/IMG_7689.JPG" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify">Pero todavía no había llegado el tiempo del descanso eterno, ni tan siquiera de esa pequeña muerte que supone abandonarse a los sueños, aunque a esas alturas de la noche se me había pegado al paladar el sabor de una pesadilla. </div><br /><div align="justify"><br />La ninfa morena había extraviado su mirada cautivadora entre los chupitos de tequila, e insistía en invitarnos a compartir su naufragio pidiendo veneno para todos, y sus curvas escandalosas se quebraban, como los de una muñeca rota, mientras la de los cabellos dorados se esforzaba en mantener en pie la muralla que había ido construyendo a lo largo de las horas. </div><br /><div align="justify"><br />Y habían pasado demasiadas, mis articulaciones crujían como galletas, mis párpados eran persianas de cemento y por mis venas circulaba un exceso de estrellas, nubes cenicientas y pólvora como para armar una nueva insurrección zapatista. </div><br /><div align="justify"><br />Así que arrojé la toalla, mostrando las cicatrices de un boxeador sonado, mientras mis amigos proponían continuar la velada en el Tanatos para gastar los últimos cartuchos, porque lo que quedaba de mi triste figura solo pedía un vaso de leche caliente y un colchón donde hacer efectiva mi rendición. </div><br /><div align="justify"><br />Salimos a la calle y el sol ya estaba lamiendo las calles sucias de la metrópoli, mientras otros zombis idénticos a nosotros se refugiaban en los portales y se mordían los unos a los otros levantando un revuelo de efluvios etílicos, vómitos, desesperanza y derrota. Ya solo nos quedaban dos días en la cuenta y el que terminaba lo habíamos malgastado destrozando el hígado y escuchando estupideces, pero así era la vida que habíamos elegido. </div><br /><div align="justify"><br />Como si fuesen unas persistentes rémoras, lo que quedaba de las jovencitas, envejecidas en solo una noche a golpe de alcohol y nicotina, se apuntaron a la posibilidad de llenar el vacío que amenaza las paredes de sus estómagos, donde quizá nunca anidaran las mariposas, y otra vez caminamos las aceras hacia un lugar donde nos sirvieran algo parecido a un desayuno. </div><br /><div align="justify"><br />Por fortuna o por desgracia, según sea el caso, somos gente diversa, y hubo quien quiso jugar a la ruleta rusa y pedir una ensaladilla, quien devoro un bocadillo de lomo y queso, y quien pidió un vaso de leche caliente, con café o con cacao, que ni en eso estábamos de acuerdo. Estaba finalizando la partida y se relajaban los gestos, aunque había intenciones que se resistían a rendirse. </div><br /><div align="justify"><br />Cuando salimos de allí ya estaba calentándose el asfalto, y emprendí el regreso seguido de mis compadres, que tenían el coche aparcado en mi zona, y de las adosadas, que se habían hospedado cerca de mi refugio. Parecíamos los restos del Apocalipsis.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-50961259890958479952011-05-02T11:45:00.000-07:002011-05-02T11:51:15.107-07:00Simulacro de naufragio (VI): Haciendo cuentas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisvUh6d7Moxr_LNsQaBMCAJvh6w0pGp8JIuISNfG6Z-lGdw4z7e4guDzRiRtTVwV4rjyZtbvHaKOcF9j8zIFFCn9S8TujsHMUn1vdT5KvvaUiorBmR7m5IZ60_XBVAVJeGlZVw2rIO2Ul-/s1600/E197+Trilho+da+Ch%25C3%25A2+das+Carreiras+096.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5602192731591276674" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisvUh6d7Moxr_LNsQaBMCAJvh6w0pGp8JIuISNfG6Z-lGdw4z7e4guDzRiRtTVwV4rjyZtbvHaKOcF9j8zIFFCn9S8TujsHMUn1vdT5KvvaUiorBmR7m5IZ60_XBVAVJeGlZVw2rIO2Ul-/s400/E197+Trilho+da+Ch%25C3%25A2+das+Carreiras+096.JPG" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify">Después de todo no había sido una mala noche, a pesar de que se hubiesen cebado con mis canas, con el estado de mi dentadura, con la pereza de mis neuronas, con el perímetro de mi abdomen, con la manera de ganarme los garbanzos, con mis gustos musicales y mis inclinaciones políticas.</div><br /><br /><div align="justify">Ya no me sentía el último habitante del planeta sino un integrante más del ejército de zombis que, como yo, habían soportado o arrojado bombas cargadas de estupidez, después de todo quizá las chicas tuvieran razón en algo, cuando me habían dicho que era un tipo normal.</div><br /><br /><div align="justify">De todas las maneras tristes de encontrarse con la realidad, se sepultar las ambiciones, la esperanza, las ganas de nuevos amaneceres, la peor de todas, la que más daño me hace es la de escuchar que soy un tipo normal, pero a esas horas casi lo sentía como un bálsamo, un antídoto ante la demencia.</div><br /><br /><div align="justify">Pero la noche se resistía a morir, y volvió a aparecer el Nota y también las perturbadas, a las que las horas les iban restando juventud y les iban sumando inestabilidad, tanto emocional como física. </div><br /><br /><div align="justify">Los primeros rayos del sol iban disolviendo algunos grupos que resistían en improvisadas barricadas a las puertas de los locales que iban cerrando, y nos alejamos de allí antes de que nos encontrara allí la policía o los repartidores de periódicos. Aún nos quedaba energía para el último asalto, y entramos en el Zulo, despertando una polvareda de miradas violentas. El local estaba lleno de lobos grises, un centenar de dientes amenazantes que miraban hacia el cargamento de carne que traíamos con nosotros.</div><br /><br /><div align="justify">El tiempo parecía haberse detenido, y las resistencias de la morena de curvas espectaculares iba abriendo grandes grietas. Era difícil mantener las distancias porque hablando te sentías sometido por su aliento, claro que también había quien quería reducirlas, porque se habían perdido batallas pero la guerra no había terminado.</div><br /><br /><div align="justify">En algunos momentos incluso Vann tuvo algunos momentos amables, y se abrazaba o se fotografiaba besando a uno o a otro, aunque rápidamente volvía a su táctica de ataque preventivo, cada vez más patético por los efectos que el tequila iba haciendo en su cuerpecito.</div><br /><br /><div align="justify">Yo volví a pensar en las matemáticas y volvió a salir la cuenta inicial, dos y dos seguían sumando cuatro y yo seguía sobrando, aunque seguí sin ser tan sencillo, porque mis colegas seguían insistiendo en los encantos de Luna que, comparados con la actitud de su amiga, se multiplicaban.</div><br /><br /><div align="justify">De todos modos se iba agotando mi curiosidad, y ya tenía ganas de derrumbarme en mi ataúd.</div><br /><br /><br /><br /><div align="justify"></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-81326465550989033792011-04-10T17:09:00.000-07:002011-04-10T17:23:23.199-07:00Simulacro de naufragio (V): Ángeles o demonios<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRJSLtf3lMeyYywbkJIGu0q-SjB4sGTisXrZAMB-3gC0-lbScgRfbQsuro4TBWNcs_VbZPeP8z8YeQf2j023vvraFwVpxOCK8Kn4lopT8uGQOJEXeq30kzhzUgLESpVTnL-t0uOGtn6Q2v/s1600/Corvux+3.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5594114266772449730" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRJSLtf3lMeyYywbkJIGu0q-SjB4sGTisXrZAMB-3gC0-lbScgRfbQsuro4TBWNcs_VbZPeP8z8YeQf2j023vvraFwVpxOCK8Kn4lopT8uGQOJEXeq30kzhzUgLESpVTnL-t0uOGtn6Q2v/s400/Corvux+3.JPG" border="0" /></a> <br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Aparentemente Luna parecía, de las dos, la menos trastornada, y por ella me enteré de que venían huyendo de su pueblo, donde trabajaban en un supermercado, aunque a esas alturas del campeonato me daba igual si me hubieran dicho que se ganaban el pan en un depósito de cadáveres en Timisoara o en un prostíbulo de Tijuana, o si huían de una plaga de langostas o de una limpieza étnica.</div><br /><div align="justify">Por mis venas circulaban ya un millón de estrellas, y con sus cosquillas me despertaban, ahora sí, unas sonrisas con las que enfrentarme a otro episodio más de la cotidiana locura, así que acepté, sin demasiados reparos, trasladar nuestros esqueletos desde el Espantasueños hasta la Salamandra. </div><br /><div align="justify">Después de secretearse alguna mierda al oído decidieron seguirnos, quizá porque ya estaban animadas con el vacile, o sencillamente porque no tenían ninguna alternativa mejor. </div><br /><div align="justify">Los zombis ya se habían hecho con las calles, y habían colonizado también todos los locales que seguían abiertos, pero a esas horas nosotros también estábamos infectados, y habíamos dejado de ser humanos.</div><br /><div align="justify">En la más lúgubre de las catacumbas que frecuentamos estaban poniendo la música idónea para desgarrarse la carótida a mordiscos, pero para no seguir haciendo sangre insistimos en las estrellas, mientras que las jovencitas se pasaban a drogas más duras, como el tequila, para envejecer rápido y tener cadáveres tan tristes como los nuestros.</div><br /><div align="justify">Con esta apuesta aumentaron también la tontería, quizá a estas alturas se creían ya inmortales, y nos sintieran rendidos ante sus pies, adorándolas como diosas, pero lo cierto es que a Roi se le multiplicaban los frentes, con la aparición de varios satélites, al Nota se le acababa la paciencia y les devolvía los disparos con la misma puntería, y a mi ya me empezaban a pesar los huevos, todavía era posible un poco más, con la batería de insultos de Vann.</div><br /><div align="justify">Fui a vaciar la vejiga un par de veces, por si eso aligeraba un poco el lastre de mi saco de rencor, y la situación no variaba, así que amagué con despedirme y perder de vista a las elementas, a mis colegas y al resto de la puta humanidad, pero también tenía curiosidad en ver en que acababa todo aquello, y me quede.</div><br /><div align="justify">El que desapareció fue el Nota, y cuando nos fuimos en su búsqueda también desaparecieron las bellacas, así que no quedaban más excusas, ya estaba cerrando la Salamandra y la primavera se había muerto definitivamente, y solo quedaba lugar para los sueños, o para despertar de aquella pesadilla en la relativa seguridad de las paredes frías de mi refugio, sin ángeles ni demonios.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-85397624395867449762011-02-22T13:41:00.000-08:002011-02-22T13:46:15.302-08:00Simulacro de naufragio (IV): La invasión de los ultracuerpos<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO6cu9h0IVM2MXmTPQ4LdTKbUc1C-N1kY1ElZooqq4psTbOTS_p10-qd8fzzgXnaToooA3W8To1hFXPIF7RKs3ReWwSfXe0CLTjqLG1DgS3z-kehdhyHB3gKNVZCttF7I4-aXvBq4ZejRY/s1600/IMG_7781.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5576633454508767570" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 225px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO6cu9h0IVM2MXmTPQ4LdTKbUc1C-N1kY1ElZooqq4psTbOTS_p10-qd8fzzgXnaToooA3W8To1hFXPIF7RKs3ReWwSfXe0CLTjqLG1DgS3z-kehdhyHB3gKNVZCttF7I4-aXvBq4ZejRY/s400/IMG_7781.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Nunca he sido demasiado bueno con las matemáticas, pero todavía sabía que dos y dos son cuatro, y que el quinto, que era yo, sobraba. Aunque había algo allí que no encajaba, no era imposible que se trajeran aquellas dos bellezas del Desguace, aunque era bastante improbable, y enseguida me pusieron al corriente de cómo había surgido el encuentro.</div><br /><div align="justify"><br />Hacía menos de diez minutos que habían tropezado con ellas en la calle, fascinados como un gato con los focos del autobús, y como eran forasteras se habían ofrecido para guiarlas por nuestra zona. </div><br /><div align="justify"><br />Luna, una ninfa morena de mirada cautivadora y curvas escandalosas, tenía cierta afición al lado oscuro y se había sentido atraída por los cueros claveteados de mis hermanos, aunque los suyos también despertaban el ellos esos instintos que nos habitan desde la noche de los tiempos.</div><br /><div align="justify"><br />Vann lucía cabellos dorados, ojos oceánicos y tez nívea, como si se hubiese barnizado con nubes, y parecía más fuera de lugar, como en la canción de Rosendo, y desde el primer momento cavó un foso entre ella y nosotros, aunque con intención de convertirlo en fosa y enterrarnos en ella.</div><br /><div align="justify"><br />Así que nada estaba escrito, y mis primeras impresiones, no todas, estaban equivocadas, quizá quedaban solo tres días y merecía la pena seguir sumando burbujas, e intentar forzar una mueca que se pareciese a una sonrisa. </div><br /><div align="justify"><br />Quizás llevaba demasiado tiempo alejado del mundo y de tanto cruzar fronteras emocionales confundía las lenguas, o me encontraba delante de alguna especie alienígena que, como en la Invasión de los Ultracuerpos, había ocupado el cuerpo, bonito eso si, de una mujer.</div><br /><div align="justify"><br />Porque Vann no se conformaba con cavar un foso, y levantar un muro defensivo detrás, sino que desde sus murallas lanzaba un ataque indiscriminado con dardos envenados, buscando herir y, si era posible, rematar.</div><br /><div align="justify"><br />Aún no me había terminado la cerveza y ya me preguntaba que clase de desgracia le había ocurrido para colocar a todo el género masculino en el cajón de los hijos de puta, era como una francotiradora serbia en el sitio de Sarajevo, disparando a donde pensaba que estaban mis puntos débiles.</div><br /><div align="justify"><br />No recordaba la última vez que me había encontrado con alguien tan enfadado con el mundo, y eso que era yo el último habitante del planeta, así que le presté mi oreja para que derritiera en ella sus rencores. </div><br /><div align="justify"><br />Pero, por muchos crímenes que hubiera cometido en mis vidas anteriores, no me creía merecedor de tanto castigo, así que intenté que mis compañeros dejaran de indagar en los encantos de la morena y se interesaran por descubrir los de la rubia, si es que los tenía.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-41237891963360274992011-02-03T02:51:00.000-08:002011-02-03T02:56:57.891-08:00Simulacro de naufragio (III): En el corredor de la muerte<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil8kmfHYG-j7iqXVq3dm9azLlIzbtDXdQJn4lqOZ3Dzwz_6WHnXVNZh6mNFs9WJNSM1KIb_He-kmSKwdlt1WgrOe7mmCKBwiOoC1ko9zNfPrupXhh3O6gL2-d7U-dDWQyyUpRYAKksYdhC/s1600/Anneke_026.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569415227479201010" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 266px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil8kmfHYG-j7iqXVq3dm9azLlIzbtDXdQJn4lqOZ3Dzwz_6WHnXVNZh6mNFs9WJNSM1KIb_He-kmSKwdlt1WgrOe7mmCKBwiOoC1ko9zNfPrupXhh3O6gL2-d7U-dDWQyyUpRYAKksYdhC/s400/Anneke_026.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Tuve que esperar una hora larga, más pesada que si estuviese en el corredor de la muerte, mientras se iban ocupando las mesas, no todas, que me rodeaban, intentando atrapar fragmentos de conversaciones que me eran ajenas, con el oculto interés de utilizarlas para mi beneficio en mi fábrica de mentiras, hasta que finalmente los músicos abandonaron la barra y empuñaron sus instrumentos como una banda de delincuentes en el Chicago de los años de la prohibición. </div><br /><div align="justify">Como entonces también fueron ritmos de jazz los que allí sonaron, mezclándose con las burbujas doradas que habían ascendido a mi cabeza, y aunque la vocalista tenía voz de sirena era tan triste su deambular bajo los focos que solo consiguió arrancarme una sucesión interminable de bostezos. </div><br /><div align="justify">Creo que incluso dormí un poco, mientras el guitarrista probaba un cementerio de pedales y el pianista golpeaba las teclas con el entusiasmo con el que un yonqui se clava una aguja. No eran malos músicos, y los temas que interpretaban tenían trocitos de magia, pero a mi me pesaban de más los huevos. </div><br /><div align="justify">Porque donde realmente habita la nostalgia, el hastío, la sensación de convertirse en el último habitante del planeta, de estar rodeado de zombis, de desear que el mundo se acabe el mundo, o de que pase cualquier cosa, buena o mala, es en ese saco de rencor que llevamos colgado entre las piernas. </div><br /><div align="justify">Aguanté hasta el final del concierto, más que nada porque tampoco me apetecía ir a ningún sitio, ni tan siquiera me apetecía seguir bebiendo, aunque lo hacía para que las burbujas siguiesen acorralando a mis neuronas, y cuando terminó se me acabaron las excusas para seguir allí. </div><br /><div align="justify">Reuní el poco valor que me quedaba y volví a las calles, donde deambulaban criaturas más temibles que las imaginadas por Darío Argento. Otra vez me dio pereza regresar a mi refugio, y opté por quedar con Roi y con el Nota en El Espantasueños, donde nos reunimos una vez a la semana los veteranos de guerra. </div><br /><div align="justify">Me acomodé en la barra como el que se hunde en una trinchera, y una nausea me gano el alma cuando miré a mí alrededor y sentí las voces de los fantasmas que siguen pidiendo mi cabeza. </div><br /><div align="justify">Ya estaba decidido a otra espera interminable, alimentándome de porqués que rebotaban en las paredes desconchadas, cuando llegaron mis compañeros, demasiado sonrientes para un sábado por la noche. Detrás de ellos entraron en el antro dos jovencitas, que para mi sorpresa venían siguiéndoles, como si fuesen traficantes de crack o estrellas del rock. Deseé no estar allí en ese momento, quizá ya no estaba allí. </div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-45843128922490235832011-01-13T11:07:00.000-08:002011-02-03T02:49:52.189-08:00Simulacro de naufragio (II): La mosca del bar<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgb16b0Vy2_3zNwkBWoUhICVB6cQ4TL-X1g7A66Ax5dXrdKFQ-d4B3TM3FSK5_ebzi6p9_R9_3V_d2SX-FMeUG52m9HVceHOFnP1ap4uLaVgqb30FTHU3syhS1pzpazHB6JPa4Qzt3_Jwxs/s1600/Barcelona+%2526+Gaud%25C3%25AD+058.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 329px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgb16b0Vy2_3zNwkBWoUhICVB6cQ4TL-X1g7A66Ax5dXrdKFQ-d4B3TM3FSK5_ebzi6p9_R9_3V_d2SX-FMeUG52m9HVceHOFnP1ap4uLaVgqb30FTHU3syhS1pzpazHB6JPa4Qzt3_Jwxs/s400/Barcelona+%2526+Gaud%25C3%25AD+058.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5561749926807493650" /></a><br /><br /><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Cuando desperté la ciudad había sucumbido ante las sombras, y como en la novela de Conrad mi corazón seguía bebiendo las tinieblas, así que me arrastré a la ducha, para arrojar por el desagüe las telarañas y para deshacer esas durezas con las que me castiga la nostalgia. </div><div align="justify"><br />Desde el fondo del espejo me amenazó la sombra de Caín, y maldecí los estragos que los años estaban haciendo en mi rostro, donde estaban escritas mis renuncias y mis miedos. La pareja de zombis con las que comparto pasillos seguían asistiendo a la retransmisión de los pronósticos para el fin del mundo, y sentí una extraña y maligna fuerza que me precipitaba a la calle, donde no me esperaba nadie.</div><div align="justify"><br />Caminé desconfiando de las esquinas, por si alguna navaja estaba esperando mi garganta, y solo los escaparates lograron arrancarme algo parecido a una sonrisa, que algunos maniquís sintieron también como una amenaza. Volví a pensar en Charlon Heston, y sentí la estupidez de recorrer estos lugares compartidos desarmado.</div><div align="justify"><br />Quizá no era el último habitante del planeta, aunque me atreviera a desearlo, o quizá deseaba todo lo contrario y por eso estaba dirigiéndome hacia los sitios de siempre, donde sentir un poco de calor animal.</div><div align="justify"><br />Si, fue por mi naturaleza de lobo por la que me senté a devorar otro bocadillo, el segundo de la jornada, junto con una manada de extraños, para alimentar a los coleópteros que anidan en mi vientre. Esas hienas emitían horribles carcajadas a mi espalda, y mis dientes hicieron desaparecer un cadáver exquisito, todo hay que decirlo, antes de que venciera la tentación de romper la botella contra la mesa y escupirles los cristales, mezclados con mi sangre y mi veneno, a sus caras.</div><div align="justify"><br />Otra vez volvía a guarecerme en las sombras, recordando a algunas de mis victimas más recientes, y el eco de sus blasfemias me seco hasta el alma, así que apuré el paso hasta un nuevo escenario, que no era tan nuevo porque su suelo también estaba regado con mis lágrimas. </div><div align="justify"><br />Tengo pocas virtudes, y para una que tengo, la puntualidad, también es un defecto.</div><div align="justify"><br />Los músicos todavía estaban probando el sonido y las camareras ajustándose la silicona bajo las camisetas minúsculas, y todo me importaba menos que nada si la cerveza estaba fría. Y estaba. Así que ocupé una de las mesas y bebí despacio, para sentir la espuma bailándome las venas.</div><div align="justify"><br />Volvió el rumor de unas alas, pero no eran las de un ángel, sino las de una auténtica mosca de bar, cuando pedí la segunda, hastiado de esperar al quinteto anunciado en las páginas del periódico local. La mosca del bar era yo.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-6501277962699150712011-01-10T10:17:00.000-08:002011-01-10T10:21:42.675-08:00Simulacro de naufragio (I): El reino incierto de los sueños<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnSstV2qBG4fRZ90vFmM0wbsgg86VZcOyKB1qwl4U2kXp3wrDmphVLXbTAD7krW1CZI-aGcfH3uPcWEyb4AjHt2FY0Sh0lxcuFTZg4wRCcndEeWGHH33-2NSWXcpQoJK0ysDtL2BC8S7qd/s1600/MyDyingBride25.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5560624130148285122" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 256px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnSstV2qBG4fRZ90vFmM0wbsgg86VZcOyKB1qwl4U2kXp3wrDmphVLXbTAD7krW1CZI-aGcfH3uPcWEyb4AjHt2FY0Sh0lxcuFTZg4wRCcndEeWGHH33-2NSWXcpQoJK0ysDtL2BC8S7qd/s400/MyDyingBride25.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">El último día de la primavera me sentía como el último habitante del planeta, como en aquella película de Charlon Heston en la que, después de una gran explosión nuclear, no quedaba más hombre en el mundo que él, rodeado por legiones de zombis. La soledad de mi pecera, en la que estuve confinado toda la mañana, ayudaba a acrecentar esta sensación, y tuve que revolver en el baúl de los recuerdos, haciendo un inventario de fantasmas y de crímenes, por los que no he terminado de pagar.</div><br /><div align="justify"><br />Desde esta prisión más o menos voluntaria divisé como un espeso banco de niebla entraba desde el océano, y poco a poco iba cubriendo iba cubriendo la ría hasta los confines del Verdugo, semejando un ataque químico que ya estaba sintiendo en la piel en forma de gélido aliento. La primavera agonizaba y se oía ya el crujir de la hojarasca, confirmando los augurios de la hipótesis Gaia.</div><br /><div align="justify"><br />Más que finalizar la estación azul parecía que era el mundo el que tocaba a su fin. Quizá por eso no volví a mi refugio, o quizá porque la nevera se había vuelto loca con el cambio climático y había congelado los pocos alimentos que me quedaban en casa.</div><br /><div align="justify"><br />Así que me dirigí a los arenales, donde, a pesar de lo desapacible de la meteorología, una multitud de zombis helitrópicos, a la inversa de los que salían en el film, mostraban sus carnes corrompidas y se vigilaban mutuamente. Tal vez yo no era diferente a ellos, y sin embargo me sentía un extrañó repitiendo esta ceremonia de devorar un bocadillo correoso encima de una toalla, y para que la diferencia fuese menos visible también me despojé de mis harapos y mostré todas las cicatrices que, en el paso de los años, había coleccionado sobre mi piel.</div><br /><div align="justify"><br />No aguanté más de una hora revolviendo mis desnudeces en la arena, acosado por los latigazos de la bruma, las lenguas inflamadas de las horribles criaturas que me rodeaban y por ese rumo de tragedia que se había anclado en mi estómago.</div><br /><div align="justify"><br />Volví a esas paredes que han sido testigos de mis naufragios, y en las que otros zombis deambulaban en medio de la más contundente de las devastaciones. Solo en mi habitación había una atmósfera medianamente respirable, y en ella me atrincheré, esperando que llegara pronto el gran apagón, o que sucediese cualquier otra cosa, mala o buena.</div><br /><div align="justify"><br />No tenía intención de acariciar los lomos de mis viejos libros, para que como gatos callejeros lanzaran zarpazos a mi corazón, ni de escuchar las melodías oscuras que últimamente navegan por mis venas, así que me sumergí en mi mortaja descolorida y llamé a la puerta del reino incierto de los sueños, para probar suerte. No recuerdo si la tuve o no.</div><br /><div align="justify"></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-78210687282524753512011-01-01T07:05:00.000-08:002011-01-01T07:17:12.201-08:00Un tiro frente al espejo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghRvOrK0CQq2FwOmn9oe8Oj2btvtmHZsd5xjXpbrMYq2YqwjVxzUHXtZGl2UPuNw0HziS6e9cktyZ9CPynMSZqkNTJUBMKBpJhWeHGy8dgVp-B9pCybc-WB_5yZ5WA0RtZEmBZETT7mslT/s1600/20101127katatonia_12.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5557235514865680130" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 257px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghRvOrK0CQq2FwOmn9oe8Oj2btvtmHZsd5xjXpbrMYq2YqwjVxzUHXtZGl2UPuNw0HziS6e9cktyZ9CPynMSZqkNTJUBMKBpJhWeHGy8dgVp-B9pCybc-WB_5yZ5WA0RtZEmBZETT7mslT/s400/20101127katatonia_12.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><div align="justify"><span>Me metí un tiro frente al espejo, una nube blanca que me cegó con una ráfaga de cristales, salté por la ventana y las aceras recibieron sin entusiasmo los fragmentos de este contenedor de recuerdos que estaban pidiendo un Apocalipsis a gritos. Las tinieblas cubrieron rápidamente mis huesos, se adueñaron de la poca voluntad que me quedaba, y sonreí estúpidamente al internarme en los callejones donde todos los cuchillos llevaban escrito mi nombre.<br /><br />Desde los escaparates me miraban con indiferencia una pléyade de maniquíes de curvas pronunciadas, provocándome a rasgar sus ropas de temporada y derramarme entre sus piernas de plástico. Puede ser que otra noche cediera a la tentación de los ladrillos y me encerrara en mi refugio con una de estas meretrices silenciosas, para invocar a la locura y ahuyentar a los fantasmas que aún insisten en fijarse a mis paredes desconchadas. Pero en esta era poderosa la llamada de la carne y ya no tenía razones para ignorarla, o las había olvidado en el mismo momento en que había aspirado aquel rabo de nube.<br /><br />No quería testigos incómodos, así que evite los tugurios del puerto, donde la cicatriz que me atraviesa la siniestra, el infierno de mis ojos ambarinos y la facilidad con que mi navaja salía del bolsillo eran bien conocidas. Entorno a los antros del centro había una legión de jóvenes intentando aparentar los años y la crueldad que les faltaban para convertirse en alguien de mi especie, y se entretenían golpeando a los mendigos que dormían en los cajeros, acorralando en los portales a sus compañeras de clase y entregando al fuego a los contenedores de basura sobre el asfalto.<br /><br />Ninguno de ellos me mantuvo la mirada, porque el respeto camina las noches de la mano del miedo, y desde lejos se veía que ellos tenían algo que perder y que yo ya lo había perdido todo. O casi, porque todavía oscuros deseos se movían por mis venas, pidiendo ser satisfechos.<br /><br />Un neón intermitente me mordisqueo las pupilas y un ejército de hormigas se movió en mis testículos, era una señal tan buena como cualquier otra, así que empujé a un par de borrachos que dudaban ante la puerta y me interné en el local. Avance hacia la barra bajo una luz mortecina bajo la que se movían un puñado de cuerpos sobreexcitados por la ingestión masiva de diversos alcoholes y estupefacientes, y para no desentonar pedí un whiski doble y dibujé una raya de nieve sobre la misma barra, y ambos desaparecieron con la velocidad del orgasmo de un eyaculador precoz.<br /><br />Una de las jóvenes que se contorsionaban en la pista se apercibió de mi maniobra y dejó de escuchar la música. En el poco tiempo que tardo en decidirse yo ya tenía otro whiski doble y otra nube sobre el mostrador, se acerco a mí, cogió el billete enroscado que blandía mi mano y se metió un tiro con ánimo de suicida. Después se largó un trago largo de escocés y me hizo la respiración artificial sin mediar ni una sola palabra.<br /><br />No eran necesarias, su lengua tenía su propio idioma, y con el fabricaba un montón de promesas mientras recogía las mías. No era una chica guapa, ni tampoco fea, ni me importaba que tuviese los pechos duros como duraznos o el aliento afrodisíaco. Solo que me siguiese sin hacer preguntas, alentada con la esperanza de volar los abismos que le esperaban en mi guarida.<br /><br />El trayecto se me hizo eterno, y parecía que íbamos a aprovechar todos los portales para simultanear polvo de estrellas, manos y lenguas cada vez más ligeras, y tragos de la botella había aparecido, por arte de magia, bajo mi abrigo. A nuestro alrededor, un ejército de bastardos seguía golpeando mendigos, acorralando a sus compañeras y quemando contenedores, pero poco a poco se fueron desvaneciendo, como un decorado inútil.<br /><br />En mi guarida me metí el último tiro frente al espejo, y el lavabo empezó a teñirse de sangre. Sobre la cama una muñeca rota dibujaba una sonrisa estúpida: eran los restos de mi cacería.</span></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-83331485554846382402010-11-16T08:56:00.000-08:002010-11-16T09:07:03.986-08:00Ataduras<p align="justify"><object height="340" width="560"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/uPOLW9T80RI?fs=1&hl=es_ES&rel=0&hd=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/uPOLW9T80RI?fs=1&hl=es_ES&rel=0&hd=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="560" height="340"></embed></object><br /><br />Prometiste hacer de mí un mal chico y por eso me ataste a la cama. Yo buceaba buscando estrellas en el titilar de tus ojos por si alguna de ellas llevaba mi nombre, y la emoción de este bautizo adquiría la consistencia del cemento entre mis piernas. </p><p align="justify">Recordé a la gran duquesa antes de sucumbir a las embestidas de los bolcheviques, y temí que te abrieses paso en mi corazón a golpes de hoz y de martillo, intenté esbozar una protesta para despertar tu ternura, pero al abrir la boca se me disparó un gemido de placer que tú encerraste con la seda de unas bragas minúsculas. </p><p align="justify">El diablo te había enviado a la tierra para que corrompieras el sueño de los mansos, y mientras apurabas los nudos en torno a mis muñecas desee haber quemado los autobuses de mi adolescencia, prometiendo encender tus nalgas si, en un futuro remoto, tenías a bien deshacer mis ligaduras. </p><p align="justify">Nuestros pasados se resumían en ese presente de mordiscos furiosos con los que estaban tatuando mi pecho, mis muslos y mi vientre, mientras unas lágrimas de granizo empapaban mi mordaza. Se había desatado el Apocalipsis en nuestro refugio, y sobre mi carne estaba sintiendo las oleadas de pequeñas explosiones nucleares. </p><p align="justify">Quise llamarte perra del infierno, maldecir tu estirpe y tirar unos billetes sobre la alfombra antes de irme, pero mis ojos se obstinaban en recitar a Girondo mientras me dabas la espalda y te acaballabas sobre mí, iniciando una danza frenética que seguramente habías aprendido en los hoteles decadentes de Estambul. </p><p align="justify">No te importaba romperme las alas, o esa colección de cicatrices que estaba a punto de reventar entre tus piernas, no querías escuchar más canciones uruguayas (antes del combate habías puesto un disco de Skunk Anansie) ni que mis huellas, ahora prisioneras, dibujaran las fronteras de tu anatomía de sirena. </p><p align="justify">Y entonces decidí rendirme ante esa mezcla de dolor y placer que me estaba invadiendo, con la resignación de un condenado ante un pelotón de fusilamiento, agradeciendo la precaución de llevar una buena dosis de THC navegándome las venas. No me importaba lo más mínimo que el mundo hubiera desaparecido o que me hubieses inoculado un virus letal a través de tus fluidos.</p><p align="justify">No existía más futuro que en los campos de reeducación de los jemeres rojos, y de haber tenido brazos no dudaría en abrazar esa fe que saltaba con energía sobre mi cadera. Pero el tiempo existía y se manifestó en forma de una brutal explosión, a la que le siguieron detonaciones idénticas: un teléfono que sonaba desde las mismas entrañas del infierno. </p><p align="justify">Con la misma naturalidad con la que un niño obediente salta de un columpio ante la orden de sus padres ¡vamos, es hora de abandonar los juegos!, dejaste de balancearte sobre aquella virilidad que ahora se me antojaba extraña, que parecía querer separase de mi cuerpo para seguir dentro de ti. </p><p align="justify">Intenté suplicarte pero solo conseguí atragantarme con tus bragas, mientras tú mantenías una conversación en un inglés barriobajero de la que solo alcanzaba a entender palabras sueltas y que se superponía a los aullidos de Skin. </p><p align="justify">Se acabó el disco y tu seguías recibiendo instrucciones del diablo o le dabas consejos, se me habían enfriado el sudor y las lágrimas y sentía todos los miembros ¡todos! entumecidos. Me llegaba el aroma de tu tabaco e hice votos para enrolarme en la resistencia sunita en cuanto consiguiera deshacerme de las ataduras que me mantenían anclado al lecho. </p><p align="justify">Hice un inventario de todos los reproches que te debía, y escogí de toda una galería de insultos y maldiciones las que creí que más daño te harían. </p><p align="justify">Hasta que volviste a la habitación, todavía con el teléfono en la mano, aunque ya mudo, y el mundo volvió a desaparecer con un nuevo bombardeo de mordiscos furiosos. </p><p></p>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-37088398577921006672010-10-19T08:56:00.000-07:002010-10-25T04:31:30.594-07:00Jugando el partido en casa (II)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzuqvalE9eKmTKh1rdI4RLViJQmqfqulowjhyphenhyphenTuK8G_38nP5gpnkSBnVWBQgtNwC55HdfdcoyPgFkICCasgkRBcN7JzVDC-O6Ubzo-zK9fOp8UBQTh4Mdg17mEo9BjoZEv7QB9BZnNqSjB/s1600/Grafittis+109.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5531944742398561026" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 300px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzuqvalE9eKmTKh1rdI4RLViJQmqfqulowjhyphenhyphenTuK8G_38nP5gpnkSBnVWBQgtNwC55HdfdcoyPgFkICCasgkRBcN7JzVDC-O6Ubzo-zK9fOp8UBQTh4Mdg17mEo9BjoZEv7QB9BZnNqSjB/s400/Grafittis+109.JPG" border="0" /></a>Entre los crujidos del somier, los jadeos de la chica y las palabras sucias que se me caían de la boca escuchamos un golpe seco en la puerta de la entrada. Otro golpe y acto seguido sonaron dos detonaciones, y por si acaso los padres de Helena me habían mandado a una unidad de los Geos o por si eran unos sicarios colombianos contratados por su novio, pegué cuatro caderazos acelerados y me derramé, quizás por última vez, entre las piernas de la morena.<br /></div><div align="justify"><br />Arreciaron los golpes y las detonaciones, que no eran otra cosa que el timbre de la entrada y la puerta chocando contra la cadena, así que no me quedó otra que saltar de cama, con la misma gracia que saltaría de una ventana, dándome una hostia de pánico contra la esquina del armario. Todavía aturdido por el dolor y por la insistencia de las llamadas alcancé a cubrirme mis partes con lo primero que encontré.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />Encontré a mi padre asomando por la rendija de la puerta, preguntándome porque había echado la cadena, y apremiándome para que le dejase entrar. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />-¿Pero tu no ibas a ver el partido en la cafetería?- le pregunté, sin ninguna intención de franquearle el paso.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />-Si, pero no estaban mis amigos y decidí venir a verlo a casa. Pero, tu estás tonto ¿me abres la puerta o no?.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />-No. – me atreví a contestar. – Ahora no puedo.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />Mi padre mi miró con la misma intención de entenderme de los antidisturbios que nos habían golpeado en las revueltas estudiantiles de hace unos años, limitándose a seguir el guión. Con esa mirada podría haber derribado la puerta, pero aún así me dio otra oportunidad.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />-Me cago en la puta hostia. Abre la puerta o la tiro abajo.-</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />Aquello tenía pinta de acabar regular, y me imaginé a Helena acojonada vistiéndose a toda prisa para esconderse en el armario, como en las películas. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />Me dieron ganas también de meterme con ella dentro del armario, y esperar a que mi padre acabase el partido para que pudiese escabullirse por el pasillo, pero como en esas situaciones límites que se dan en las guerras, donde se quita lo mejor y lo peor de cada uno, hice un último gesto heroico, aún sin calibrar demasiado los resultados.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />-No puedes entrar. Estoy con una chica… </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />Me temblaban las piernas ante la inminencia de que mi padre, como Mortadelo, se pusiese el disfraz de ariete y, finalmente, venciera la resistencia de la cadena o derribara la puerta. Y cuando estalló fue en forma de carcajada, se empezó a descojonar vivo, un poco por lo grotesco de la situación y otro poco por el orgullo paternal de comprobar que había otro machito en casa.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />-Está bien, me voy al bar de abajo, te doy hasta que acabe la segunda parte, pero no hay prorroga que valga. Y, por cierto, no vuelvas a salir a la puerta así, campeón.</div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><br />Cerré la puerta aliviado, pero más agotado que si disputase un combate de lucha libre. El espejo de la entrada me devolvió la imagen de una victoria por puntos, embutido en unas bragas blancas en las que sonreía con inocencia, un abultado Piolín.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-4571553147505944372010-10-11T03:22:00.000-07:002010-10-11T03:35:42.893-07:00Jugando el partido en casa (I)<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlWHGrnB-GZhZ4h-ymVEpHzPkezucRmn0PWrvZEfRmA92A8U58NpkdZiZNhyphenhyphen1HKL1ZlovgcDcMDg_HhIawfzll6jRbMf3lbP96nBIHYCAb8Wz1WupOu7FbRImKqf-u74cG9KY5O7cQV0RG/s1600/Metal+sedoso.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5526733906741176770" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 276px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlWHGrnB-GZhZ4h-ymVEpHzPkezucRmn0PWrvZEfRmA92A8U58NpkdZiZNhyphenhyphen1HKL1ZlovgcDcMDg_HhIawfzll6jRbMf3lbP96nBIHYCAb8Wz1WupOu7FbRImKqf-u74cG9KY5O7cQV0RG/s400/Metal+sedoso.jpg" border="0" /></a><span>Hace un montón de años, cuando aún vivía en casa de mis padres, celebraba los momentos en los que me quedaba solo en casa con una inyección de entusiasmo que me hacía concebir, en el mismo instante de enterarme de la duración de sus ausencias, planes más ambiciosos de los que podía realizar.<br /><br />Si se iban el fin de semana a la aldea, y me dejaban la nevera y la bodega bien surtida, imaginaba una de esas fiestas con música ruidosa, comida picante y chicas ligeras de ropa, aunque al final acabase por compartir unas botellas de vino y una tortilla de patatas con cuatro colegas, alargando un debate estéril durante toda la noche sobre la revolución peruana, las segundas lecturas de Rayuela y las películas de Kurosawa, mientras saboreábamos el wisky de malta de mi viejo.<br /><br />Cuando había suerte conseguía vencer las reticencias de alguna chica y la introducía furtivamente en mi habitación, con toda la nocturnidad y alevosía posibles, quemando incienso y poniendo de fondo alguna melodía hipnótica, como el “Radio Etiopía” de Patti Smith, para consumar un ritual de acercamiento en el que, las más de las veces, había consumido gran parte de mis energías.<br /><br />Sonaba el despertador antes de la madrugada, y se me antojaba extraño encontrar a aquella con la que había compartido sudores al borde del infarto, saltando de la cama para recoger su ropa desperdigada por el suelo, mientras yo llamaba a un taxi para que pudiera llegar a su casa antes de que sus padres denunciasen su desaparición a la guardia civil.<br /><br />Había largos periodos, sobretodo en los inviernos más crudos, en los que mis progenitores se volvían más caseros, y solo me quedaba aprovechar sus ausencias por motivos laborales, a veces la mitad de una tarde o una tarde completa con suerte, para esos combates cuerpo a cuerpo que, en la mayoría de las ocasiones, quedaban relegadas al asiento trasero del coche, en la cuneta de alguna carretera secundaria o el aparcamiento de alguna playa desierta.<br /><br />La cosa se me complicó un poco cuando me lié con Helena, con la que tuve un periodo de febril actividad sexual. Nuestra relación tuvo el aliciente de la clandestinidad, porque ella mantenía una relación estable con un novio formal, con el que tenía proyectado vivir algún día y, quizás, casarse y tener hijos, y por lo tanto teníamos que aprovechar esas horas en las que podía buscar una coartada para pegarnos una buena sesión de caderazos y mordiscos.<br /><br />Ese día el Celta jugaba en casa uno de esos partidos decisivos en los que se disputaba, una vez más, la permanencia en la división de honor o el descenso a segunda, y mi madre tenía turno de noche. Mi padre hacía tiempo que perdiera el entusiasmo para ir a Balaidos, pero aún así no quería quedarse sin ver el partido, así que planeó llevar temprano a mi madre a su trabajo y verlo en la cafetería de enfrente, donde tenía una peña de amigos.<br /><br />Me faltó tiempo para llamar a Helena y preguntarle si estaba libre, y la fortuna quiso que su novio también fuese hincha del equipo de la ciudad, y que además fuese de los que preferían sufrir en el estadio. Helena era de esas pocas chicas que ganan cuando se quitan la ropa, y me costaba imaginar que existiera alguien tan imbécil como para decantarse por un montón de hombres sudorosos luchando por una pelota, cuando podía disfrutar de aquella ganancia.<br />Cené temprano con mis padres, que se mostraron un poco extrañados porque no saliera de casa en toda la tarde.<br /><br />-Estoy algo cansado, y tengo ganas de meterme temprano en cama.- Les dije.<br /><br />Y la verdad es que era del todo cierto. Tanto que en cuanto salieron por la puerta volví a llamar a Helena y en menos de veinte minutos ya estábamos entre las sábanas, ejecutando esas acrobacias sexuales a las que tan aficionada era la niña y que, con certeza, sé que no volveré a ejecutar con el mismo entusiasmo y vigor de aquella época. Sudamos tanto como si vistiésemos la camiseta celeste y a pesar de todos los regates y disparos a portería todavía estábamos empatados a la mitad del primer tiempo.</span></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-56053852755337321612010-10-07T13:16:00.000-07:002010-10-07T13:25:14.877-07:00Soñando iguanas, muchachas y excavadoras<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTRIOU-JLUFKgil08CUMrWO8LXpN6Pi17qGqx-u-TjwWfeu7DCAdLCbwvF_84jS3Uzf3HTFttuID-yN2AYUQ8mttgiqAeMND1YWKpW3j5rkYXbhM7LkEzN9-9YXoEZ8Z-uQ_0vvC2Ga2oS/s1600/Termas+de+Outariz+060.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5525402077072389922" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTRIOU-JLUFKgil08CUMrWO8LXpN6Pi17qGqx-u-TjwWfeu7DCAdLCbwvF_84jS3Uzf3HTFttuID-yN2AYUQ8mttgiqAeMND1YWKpW3j5rkYXbhM7LkEzN9-9YXoEZ8Z-uQ_0vvC2Ga2oS/s400/Termas+de+Outariz+060.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><div align="justify"><span>He vuelto a soñar con las iguanas, con pleistocénicas y espinosas armaduras barnizadas con plata y esmeraldas, y un brillo insólito en sus ojos inclementes que me recordaban a los que tenían las canicas de los delincuentes precoces de mi infancia.<br /><br />Otra vez las iguanas voraces hacían guarida en mi biblioteca, esa que he ido atesorando con el paso de las edades, a costa de vestir camisetas raídas, colarme en los autobuses y robar manzanas en la frutería de la esquina, y con su ejército de dientes devoraban la ternura de Benedetti, de Girondo y de Neruda, o con sus ásperas lenguas de fuego borraban para siempre las dudas existenciales de Pavese, de Mishima y de Orwell.<br /><br />Mientras yo las observaba paralizado en mi lecho, con las sábanas empapadas de una angustia que se parecía mucho a la de los naufragios, incapaz de cualquier maniobra que distrajera el apetito de los monstruos.<br /><br />También ha regresado a mis sueños la muchacha de cabellos rojos que algunas mañanas se pasea por la cafetería con la espalda desnuda, con un dragón tatuado que le surge de las nalgas y unas palabras indescifrables en caracteres góticos en la nuca.<br /><br />Si, también sus ojos de trigo recién cosechado tienen un brillo insólito, como el de las iguanas, quizá por el efecto del whiski escocés con zumo de manzana con el que ahoga el desierto de su garganta, mientras yo acompaño el primer café con los titulares de la guerra en el Cáucaso o los efectos devastadores de los huracanes caribeños.<br /><br />Esa muchacha que insiste en escribirme su teléfono en una servilleta manchada de carmín, con unos números que se asemejan a una fórmula cabalística, como una invitación a la locura.<br /><br />Desde que el homeópata me recetara las hierbas con las que sustituí mis copiosas cenas había dejado de soñar con las máquinas, sobretodo con las excavadoras que insistían una noche si y otra también en desenterrar los fantasmas que guardaba debajo de la cama.<br /><br />No era ese sonido incesante de metal chocando contra el éter el que me molestaba, porque después de tantos años ya me había acostumbrado, pero eran demasiadas las traiciones, las renuncias, los rechazos que con su cuchara de dientas uniformes arrancaba del baúl de mis recuerdos.<br /><br />Y esta noche, uniéndose al coro de iguanas y a la muchacha de los cabellos rojos, han vuelto para atormentarme.<br /><br />Desperté en medio de la noche, con el estómago encogido por la zozobra, como si hiciese la digestión de un cardumen de mariposas muertas, y escruté en la oscuridad buscando la pared donde, por riguroso orden alfabético, por temas y nacionalidades, descansan mis libros, y mi respiración se normalizó al comprobar que todavía estaban allí.<br /><br />Pero cuando mi corazón volvía a sonreír se abrió la puerta y un enano con suficientes amenazas como para destruir el mundo me ordenó que siguiera soñando. De todos los personajes que pueblan mis oníricos territorios es al que más odio, porque siempre aparece en ese momento en el que me creo amanecido, para recordarme que aún no he abierto los ojos.<br /><br />Otra vez regresaron las iguanas a mordisquear las páginas que les quedaban pendientes de Praomedia Ananta Toer y un álbum de fotografías de Henri Cartier-Breson, mientras iban saliendo bajo mi cama una pléyade de citas a las que no llegué, de confesiones que no escuché, de mujeres que no supe amar y de amigos que me cansé de cuidar, y un maremagnum de acusaciones me hizo crecer un rencor sucio entre las piernas y volvió a aparecer la muchacha de los cabellos rojos, mostrándome solicita la espalda desnuda, con la boca del dragón ansiando mis durezas.<br /><br />Aterrorizado busqué refugio bajo mi escritorio, y mi cabeza comprobó la curva de la madera, vencida por miles de versos estériles y facturas impagadas, y cartas que nunca fueron enviadas, y desde allí invoqué a las matemáticas, iniciando un recuento de momentos felices, una especie de mantra que en ocasiones me ha servido para difuminar el ruido incesante de las escavadoras, que ahora abrían una enorme brecha en el colchón, desatando un rumor de plumas y tristezas.<br /><br />Recordé las canciones con la que mi madre cicatrizaba mis heridas, los besos de caramelo que guardaban las tapias del instituto, el crujir de la nieve bajo mis botas, y los peces de colores haciéndome cosquillas en el océano.<br /><br />Ese inventario de felicidad me hizo despertar, y esta vez no apareció el enano amenazando con destruir el mundo, si no un sol de verano colándose por las rendijas de mi persiana, haciéndome cosquillas en las telarañas que cubrían mi cara.<br /><br />Aunque cuando abrí los ojos me encontré con la peor pesadilla, con la más atroz, al comprobar que no estabas a mi lado.</span></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-87164663648134156822010-10-01T02:37:00.000-07:002010-10-01T02:47:35.055-07:00Rencor<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhp_FZZJWZS1hLG-bXWM-bByZvwLeQiOHGkGuJWZl3GA2LuabS4EREqELpYnOuK-3cH4cz4FeO0DcCHqreM4MTcPOs6SckscEKL-Jurajnd18cVl0d-bEjF8p-Zx30CDVCua8A6NxT_m05X/s1600/IMG_8053.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5523011610618836690" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhp_FZZJWZS1hLG-bXWM-bByZvwLeQiOHGkGuJWZl3GA2LuabS4EREqELpYnOuK-3cH4cz4FeO0DcCHqreM4MTcPOs6SckscEKL-Jurajnd18cVl0d-bEjF8p-Zx30CDVCua8A6NxT_m05X/s400/IMG_8053.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"><em></em></div><br /><div align="justify"><em></em></div><br /><div align="justify"><em>“Mi amor, el problema es el siguiente ¿Qué es lo que te hace falta? ¿Estás dispuesta a escaparte conmigo? Y Ella ¡Si, voy a donde me lleves! Estoy en tus manos.”<br /></em>MANUEL PUIG </div><br /><div align="justify"><br />Caminar toda la noche por una carretera desierta da para pensar mucho. Por ejemplo en mi propia estupidez. Y porque esta estupidez me había llevado a estar caminando esta noche por una carretera desierta. </div><br /><div align="justify">Llevaba más de un año haciéndomelo con Lucy. Tenía unas tetas estupendas. Grandes y duras como melones, con unos pezones rojísimos, que engordaban en mi boca. Al principio era solamente eso: quería saciarme de sus tetas. </div><br /><div align="justify">Lo intenté todo. Cada vez que ella entraba en la tienda del viejo Bart, donde trabajo, ensayaba la mejor de mis sonrisas. Era todo lo amable que podía ser. A veces también me ponía grosero. En fin, las clásicas tonterías que hacemos en el pueblo para cortejar a las chicas. </div><br /><div align="justify">Una vez la acorralé en una esquina de la tienda y recibí un puntapié en la espinilla. Todavía conservo la cicatriz, lo juro. Pero había que verla, maldita Lucy, moviendo sus tetas de un lado al otro de la tienda mientras cogía una lata de judías y crema de cacahuete. Me estaba volviendo loco, de veras. Nunca había tenido tantas ganas de comerme unas tetas. </div><br /><div align="justify">Pero acabó por cansarme. Decidí terminar el juego. Y estuve toda la semana que siguió al incidente del puntapié sin hacerle ni puto caso. </div><br /><div align="justify">Al viernes siguiente fue ella la que me acorraló en el billar. Y yo no era tan tonto como para darle un puntapié, con las ganas que le tenía. Esa misma noche tuve mi buena ración de tetas. </div><br /><div align="justify">Joder, Lucy era mejor de lo que pensaba. Era una auténtica salvaje, nunca tenía suficiente. Además, nadie me había hecho nada igual con la boca, tenía una lija en la lengua y sabía como usarla para quitarme hasta la leche materna. </div><br /><div align="justify">Durante este último año nos corrimos buenas juergas en el coche del viejo. Encontramos un camino abandonado que acaba justo en el lago, a veinte kilómetros del pueblo. </div><br /><div align="justify">Y allí estuvimos toda la primavera y el verano, bañándonos en el lago, a la luz de la luna, y follando como locos en el Comet del 69. Bonito número ¿no? Pues nosotros montamos unos cuantos. Me tenía bien cogido de las pelotas la buena de Lucy. </div><br /><div align="justify">Pero en otoño me volví más perezoso. Algunas noches me olvidaba de que había quedado con Lucy. Me quedaba en el billar, fumando cigarrillos y fanfarroneando con los amigos. O tonteando con las chicas que perdían el miedo y el nombre entrando allí. </div><br /><div align="justify">En más de una ocasión vino a buscarme, aburrida de esperar que pasara a recogerla. Se ponía como una furia si me veía hablando con otra chica, y si estaba jugando una partida o tomándome una cerveza con los colegas, también se ponía furiosa. </div><br /><div align="justify">Después me iba detrás de sus tetas, a buscar las llaves del Comet. Mientras tuviera el depósito intacto el viejo parecía no enterarse. De paso también vaciaba mi depósito, en el sendero del lago.<br /></div><div align="justify">Aunque enseñara mucho las uñas Lucy era inofensiva. Con cuatro palabras cariñosas volvía a comer en mi mano. Y yo me comía sus tetas, hasta la indigestión. Además de verdad: una noche se las unté con crema de cacahuete. A ella le pareció muy gracioso, A mis intestinos no tanto. Siempre tan atrevida, la condenada. </div><br /><div align="justify">Pero pasaban las estaciones, y en invierno ya me aburría. Que todo cansa, las tetas de Lucy, la crema de cacahuete, y el sendero del lago. Aún así tampoco tenía mucho que elegir en el pueblo. Hasta que llegó su prima Susan. </div><br /><div align="justify">Susan venía del norte y, como todas las del norte, era un poco pardilla. La vigilé durante unos días, hasta que encontré el momento de engatusarla, para meterla una noche en el Comet. </div><br /><div align="justify">No me dio tiempo de llevarla al lago. Se hizo un poco la tonta pero terminamos haciéndolo. Pero no había comparación. </div><br /><div align="justify">Así se lo dije a Lucy esta noche, después de follar como perros vagabundos, en nuestro sendero. Mucho mejor que con Susan, si. Total, tarde o temprano se iba a enterar. </div><br /><div align="justify">Bajé del coche para que mentara a mi madre a gusto, y maldijera y llorara un poco, mientras yo meaba sobre la luna reflejada en el lago. Ya se le pasaría. </div><br /><div align="justify">Después la vi arrancar rápidamente el Comet, y alejarse como alma que lleva el diablo del lago. </div><br /><div align="justify">Mi viejo me iba a matar. </div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-40066691419044911862010-09-21T07:59:00.000-07:002010-09-21T08:02:10.839-07:00Tú tienes algo que yo no tengo<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEienPTeiaYvfjoU3bfaB_xbpYLj_Wr1b5pqCbg6vJG807uV3hGqBB7Ufyf4N02dYOZQanSZnSs0X2zB2LiFF18v2Df2gw5_IO0aRuH2DPLgT385O0tnPPbWgA7EzzOS1GBRx5SPsma5T1Am/s1600/IMG_9202.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5519381924707444546" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEienPTeiaYvfjoU3bfaB_xbpYLj_Wr1b5pqCbg6vJG807uV3hGqBB7Ufyf4N02dYOZQanSZnSs0X2zB2LiFF18v2Df2gw5_IO0aRuH2DPLgT385O0tnPPbWgA7EzzOS1GBRx5SPsma5T1Am/s400/IMG_9202.JPG" border="0" /></a>-Tú tienes algo que yo no tengo.</div><div align="justify"><br />Ariadna tembló, cuando vio avanzar al Sr. Ramírez por el estrecho almacén, con los ojos golosos y la calva sudada y grasienta, con su paso de paquidermo, de cetáceo, de dinosaurio, del que no tiene prisa porque sabe que no hay escapatoria, que finalmente llegará y le quitará a Ariadna lo que el no tiene. </div><div align="justify"><br />Mientras avanza el Sr. Ramírez, con la misma elegancia que el camión de la basura, Ariadna lo observa fascinada, y anota varios detalles importantes; la chaqueta color crema de cacahuete tiene un botón a punto de caerse, y una mancha de aceite en los pantalones grises, que se le han quedado pequeños. </div><div align="justify"><br />El Sr. Ramírez también aprecia que Ariadna tiene una carrera en las medias, que los puños de su camisa están desgastados de tantas jornadas laborales, y que a través de ella se le transparenta un sujetador esmeralda. </div><div align="justify"><br />-Tú tienes algo que yo no tengo. Y me lo vas a dar. </div><div align="justify"><br />En las palabras del Sr. Ramírez hay autoridad, decisión, firmeza, virtudes por las cuales el año pasado fue nombrado jefe de sección, y en el silencio de Ariadna hay sumisión y miedo, razones por las cuales lleva cinco años de cajera. La política laboral de la empresa no es distinta a la de otras. </div><div align="justify"><br />Ya están tan próximos que Ariadna puede sentir el aliento del Sr. Ramírez, y adivinar que ha comido frijoles con carne de puerco, media botella de vino barato, un café con leche y dos copas de aguardiente, mientras que ella se ha conformado, que remedio, con una ensalada que trajo de casa y una manzana que todavía no le había dado tiempo de terminar cuando apareció el Sr. Ramírez. </div><div align="justify"><br />Cuando ya están muy cerca, tan cerca que se respira el peligro, Ariadna le sonríe al Sr. Ramírez, y por un momento este piensa que si, que se lo va a dar, así, por las buenas. </div><div align="justify"><br />Y Ariadna se lo da. </div><div align="justify"><br />Cae la manzana de su mano y surge un cuchillo, tan rápido que casi no se ve como entra en la barriga del Sr. Ramírez. </div><div align="justify"><br />-Claro que se lo doy, todo suyo, faltaría más. </div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-29506098291488933782010-09-16T03:49:00.000-07:002010-09-16T03:54:33.429-07:00Y los perros siguen ladrando (III)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZTNT405EHnL6qi8NHbz3yiLDiW4ebI3C_wryL8i3dvvyUtuZGHI-1f9_6vIc0904spTtRJG0fuiWN2go3-v8rz8tik5du0-RPEteDaK9e8AMiKJdhQB4InffymzmiD5fWmvY2DlLy-g0n/s1600/Entre_Muralhas_2010_Festival_Life_Andre_6131.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5517462675298836482" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 214px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZTNT405EHnL6qi8NHbz3yiLDiW4ebI3C_wryL8i3dvvyUtuZGHI-1f9_6vIc0904spTtRJG0fuiWN2go3-v8rz8tik5du0-RPEteDaK9e8AMiKJdhQB4InffymzmiD5fWmvY2DlLy-g0n/s320/Entre_Muralhas_2010_Festival_Life_Andre_6131.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">De pequeño creía que mi hermano, Juan Ramón, era una estrella. No sé si alguien me lo había dicho, o lo había leído, o simplemente era una invención mía, esa de que los niños, cuando se morían, se convertían en puntos de luz en medio de la noche. Es curioso tener nostalgia de alguien al que nos has conocido. El único recuerdo que me dejó fue una pequeña tumba de cemento en el camposanto de Puxeiros.</div><br /><div align="justify">Ensayo el discurso para el día de la Reconquista, y me imagino que no soy yo quien se dirige a las tropas francesas, sino mi hermano, y que yo le sonrío bajo el balcón. Siempre he tenido miedo. El valiente es siempre Juan Ramón.</div><br /><div align="justify">Para dormirme siempre repaso mis obsesiones, y me sobreviene un gusto atípico por las matemáticas. Hace un millón de años contaba escaleras al cielo o países que no salían en los mapas, después comencé a registrar naufragios o laberintos, ahora anoto los pasos que me separan de mi última playa.</div><br /><div align="justify">El cobarde que se atreve, pero también por miedo, por ese temor existencial a no vivir lo suficiente. Las asignaturas pendientes son todo aquello que pudiste pero que no quisiste. ¿Hacia donde va ahora la izquierda abertzale, definitivamente sin voz ni voto?</div><br /><div align="justify">Lo importante es caminar, dar un paso y después otro, no quedarse quieto. Si no te mueves es como si estuvieses muerto. Quiero ser siempre joven para ti, y mi cuerpo no obedece, y mientras estoy escribiendo estas líneas se va degenerando, poblándose de arrugas, me va cayendo el pelo, los dientes se oscurecen.</div><br /><div align="justify">Ya son las cinco de la mañana y los perros, maldita sea, siguen elevando sus ladridos sobre las invocaciones satánicas de Thebon, el vocalista de Keep of Kalessin. Si, finalmente he tenido que recurrir a esto para que no me mate ese cardúmen de nostalgia que me habita, y aún así sigo sintiendo un hambre infinita de tus besos. ¿A dónde se van todas esas ternuras que estamos perdiendo mientras mis ojos viajan al corazón de las tinieblas?.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-33558144669836111932010-09-07T13:57:00.000-07:002010-09-16T03:48:53.766-07:00Y los perros siguen ladrando (II)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHvnjsUQdjpDrXdGxhMUI-BvestDzVdRaoLFZ9JHdNYBJr9Qpvtrlvh8Z6VB8sRvgygb2Ecg83eSGK-6OmjhzMSvFLayPkS6_TaK4aHhEXYax3szR36Z9XcUcdfLAVMDwMcLmv1T86ziWA/s1600/Entremuralhas+3+038.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5514279699410520210" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHvnjsUQdjpDrXdGxhMUI-BvestDzVdRaoLFZ9JHdNYBJr9Qpvtrlvh8Z6VB8sRvgygb2Ecg83eSGK-6OmjhzMSvFLayPkS6_TaK4aHhEXYax3szR36Z9XcUcdfLAVMDwMcLmv1T86ziWA/s320/Entremuralhas+3+038.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Repaso las novedades discográficas del Mondo Sonoro y las comparo con las de hace cuatro años, en un ejercicio, otro más, de nostalgia. El 2 de febrero de 2004 llegaba al concierto de Violent Femmens y The Soundtrack of Our Lives notablemente ebrio, gracias a una tarde de licor café en la Novena Puerta y a una botella de Abadía de San Campio que acompañó la cena armenia en la Ovella Negra. </div><div align="justify"><br />Ahora leo la crónica musical y soy consciente de que era otro Apocalipsis el que estaba allí. Hedonista, nihilista, catártico, aventurero y bastante cínico. </div><br /><div align="justify">Hay un gato negro cruzando la explanada y Thor explota de locura, ciego por cobrarse su botín. Es más rápido el gato, y desaparece en medio de la noche. También mis ideas desaparecen y no logro mantener un discurso coherente, así que disminuyo el volumen del reproductor y me hago otro café suave, para pensarte.</div><br /><div align="justify">No me ayudan los tragos de la botella de agua que compré antes de venir, en la que compruebo la presencia de E-242 y E-11, acesultamato K y ácido cítrico, a hacer la digestión de los tortiglioni con pomodoro e peperoni de la cena, ni las recientes noticias del golpe de estado en Timor Leste, recién servidas en la primera edición del diario local.</div><br /><div align="justify">A veces me sobrevienen unas ganas tremendas de encerrarte en un abrazo y entonces un aliento gélido se entretiene entre mis extremidades superiores, para recordarme el tiempo y la nostalgia. </div><br /><div align="justify">Malditos perros, no pararan de ladrar en toda la noche. ¿Qué significará flugrekorder nicho öffnen? No quieras saberlo todo, porque las respuestas también duelen. Hay noches pesadas como enormes porqués, apenas una franja de luna que parece reírse de mí, en medio de unas tinieblas que entablan un diálogo continuo entre el océano y el cielo. </div><br /><div align="justify"></div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-76472103828445883172010-09-01T16:03:00.000-07:002010-09-01T16:11:48.170-07:00Y los perros siguen ladrando (I)<img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5512086264672710914" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTiQ8u93sTk0XqDKMLhxh9u0Zj6zR03XbKsAjxPp1dZiD490MjzuAyPN_eSP1wZeCOLulsiVDxteuRG8vcnk5y-_QUx5qbNUpNLGgCp-3m_TVMXs_Rp0dgMfALJW1DFKlJx0-ZwW2b2kj3/s320/IMG_3034.JPG" border="0" /><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Pasan trece minutos de las tres de la madrugada, dejando atrás el ecuador de la jornada laboral, y los perros siguen ladrando. No han parado de ladrar en toda la noche, como si oliesen una tormenta, a pesar de que la atmósfera es cálida y el mar está tranquilo. Quizás ellos intuyan algo que yo no puedo percibir, algo que puede ocurrir en cualquier momento y cambiarlo todo para siempre.</div><br /><div align="justify">Menos mal que esta noche tengo una selección de death, doom y black metal suficiente para alejar a cualquier fantasma que ose venir a molestar mi vigilia: Tiamat, Opeth, Rammstein y, por si fuese necesario, el “Armada” de Keep of Kalessin. </div><br /><div align="justify">He intentado continuar con mi crónica romana, pero ahora que ya llevo casi una docena de páginas escritas me parece una perdida de tiempo considerable, y me dan ganas de destruirla, aunque no me atrevo a hacerlo por ese barniz de vanidad que todavía conservo.</div><br /><div align="justify">Por suerte o por desgracia me he encontrado el periódico del domingo, y he podido distraerme con historias más interesantes que las mías, como las de Eufrosina Cruz o las de Kang Kek Ieu. Me van a volver locos estos perros, o los fantasmas que resisten al volumen brutal de mi reproductor de discos compactos, porque se alimentan de los silencios que anidan en mi cabeza. </div><br /><div align="justify">No, no es noche para escribir, y sin embargo insisto, otra vez buscando un antídoto contra la locura. Siempre me pongo nervioso en los días previos a un nuevo viaje, y más aún cuando, como ahora, se acumulan las facturas de los billetes de avión, del seguro del automóvil, de las tarjetas de crédito, de la ropa que compré en las rebajas y de las suscripciones anuales.</div><br /><div align="justify">Es difícil pensar solo con la mitad del cerebro, mantener el equilibrio con la mitad del cuerpo, respirar con la mitad de los órganos. No pensar, no caminar, no respirar.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-9318641694290558942010-08-19T01:47:00.000-07:002010-08-19T01:58:14.864-07:00Como si tuvieses la boca llena de flores (II)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnUJ9qjs_QX_E97FxIZ56_3iXH2FAOoy0BtfkrGc77_JoUkxrJZZZYCmnf6n8OpG9KmgbFly-F_1E9Tef2khwL-ctbJqxGIb-LUbX_wAiqf3qXrvY0sou9-BUdrmlhNm8j5Ap9YH7KlMCr/s1600/marsico+159.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5507041890239078658" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnUJ9qjs_QX_E97FxIZ56_3iXH2FAOoy0BtfkrGc77_JoUkxrJZZZYCmnf6n8OpG9KmgbFly-F_1E9Tef2khwL-ctbJqxGIb-LUbX_wAiqf3qXrvY0sou9-BUdrmlhNm8j5Ap9YH7KlMCr/s320/marsico+159.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Al día siguiente fui llamado al despacho del comandante, y confesé mi crimen, que fue sentenciado como sedición, por lo que fui condenado a un mes de trabajos forzados en la cocina. Entre enormes ollas humeantes, repletas de carne y verduras, y sartenes friendo toneladas de patatas, confiaban que volviera a la disciplina. </div><div align="justify"><br />Pero cualquier alimento que metía en la boca había perdido, en materia gustativa, algún interés para mí. Me daba igual comer un plato de sardinas o uno de botas viejas, una chuleta de cerdo o los azulejos del baño. Así que no me quedó otra solución que pasar a la clandestinidad, y por las noches saltaba las tapias del cuartel para hacer incursiones en el pueblo vecino. </div><div align="justify"><br />No siempre encontraba rosales en los que saciar mi apetito, y a veces tenía que contentarme con geranios o claveles, a los que no tardé en aficionarme, o incluso margaritas silvestres, aunque en este caso y debido a la levedad de su sabor, tenía que devorar campos enteros para satisfacerme.<br />Dentro de la instalación militar guardaba las formas, y engañaba a mis mandos simulando que comía la carne estofada, las cremas de verduras, los arroces, el pescado guisado, pero cuando esos alimentos tocaban mi paladar sentía unas fuertes nauseas, y tenía que ingerir algunas flores que siempre llevaba, para estas emergencias, en los bolsillos. </div><div align="justify"><br />Pude licenciarme antes de que descubrieran el engaño, y ya para entonces no me alimentaba de otra cosa que no fueran flores. </div><div align="justify"><br />Encontré trabajo como viajante de comercio, y eso me permitió comprobar que, por ejemplo, las gardenias en Teruel tienen un sabor más azucarado que las que se cultivan en Zamora, y que las rosas más exquisitas de la península son las de Almería, y que en las poblaciones cercanas a los Pirineos crece el azafrán de montaña, un auténtico manjar si se consume recién cortado. </div><div align="justify"><br />También comprobé que el organismo humano, en contra de lo que se cree, no necesita de toda la variedad que ofrece nuestra gastronomía, y que es posible tener una alimentación equilibrada solo a base de flores. Todos los volúmenes que comprenden mi extensa biblioteca hablan de las virtudes y propiedades de estas maravillas del reino vegetal, que han cambiado mi vida. </div><div align="justify"><br />A mi mujer no le disgusta en absoluto mi particular gusto culinario, aunque no la comparta, aunque al principio le costaba asimilar el hecho de que mi alimentación se redujera a las flores. Ella es también vegetariana, y también come tallos, raíces, frutas, bulbos y tubérculos. A lo mejor no es casualidad que su nombre sea Rosa. </div><div align="justify"><br />Ya han pasado veinte años desde el día en el que me atreví, un poco por aburrimiento y un poco por rebeldía, a llenarme el paladar con los pétalos que manaban del jardín del comandante, y todavía recuerdo el placer que me invadió la boca la primera vez. </div><div align="justify"><br />En todo este tiempo no he sentido la tentación de comer otra cosa que no fuesen flores, salvo esta mañana, cuando he mojado con la lengua un sello de correos.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-58734504956301545942010-08-15T07:09:00.000-07:002010-08-15T07:18:56.618-07:00Como si tuvieses la boca llena de flores (I)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKsez7d8t39dbt3it8SQzhBg2zRcdW_8BO_S3ZYQpDMYuzMtu77-Z04GV2ZoEHChXyGn9Czb7lSMlLcmYxgBLa-K7FlnnhEEP3xD-ng7xVxoGfxAuGgDjb0E4cq-pY8048mR2sDfnOdV5Q/s1600/E173+Trilho+de+Silva+100.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5505640536447334370" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKsez7d8t39dbt3it8SQzhBg2zRcdW_8BO_S3ZYQpDMYuzMtu77-Z04GV2ZoEHChXyGn9Czb7lSMlLcmYxgBLa-K7FlnnhEEP3xD-ng7xVxoGfxAuGgDjb0E4cq-pY8048mR2sDfnOdV5Q/s320/E173+Trilho+de+Silva+100.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div><div align="justify">La primera vez que comí flores fue por una mezcla de aburrimiento y de rebeldía. Estaba realizando el servicio militar, y aquel día me tocaba realizar la guardia frente a la casa del comandante del cuartel, que tenía unos jardines magníficos. </div><br /><div align="justify">El rancho había consistido en unas lentejas aguadas y una merluza cocida, y me había dejado la sensación que tienes cuando comes un periódico, sobretodo si ingieres las páginas de sucesos, aunque había abandonado esa costumbre gastronómica hacía ya tiempo.</div><br /><div align="justify">Mientras paseaba en torno al pequeño perímetro que permitía el reglamento, cuatro pasos hacia delante y siete pasos hacia atrás, describiendo semicírculos en el sentido de las agujas del reloj, intentaba concentrarme en cualquier cosa que me distrajera del sabor a imprenta que se me había pegado a mi paladar.</div><br /><div align="justify">En aquel momento me encontré frente a los rosales que, con esmero, cuidaba el ordenanza del comandante, un tipo amanerado y traidor que coleccionaba amenazas y siempre se pegaba a la sombra de unos galones. Los pétalos eran de un rojo sanguíneo y cuando arranqué el primero sentí como si le estuviese amputando el dedo a un niño. Eso me animó a llevármelo a la boca. </div><br /><div align="justify">Cerré los ojos durante un instante, de la manera que hacen los verdaderos cristianos al comulgar a su dios, y sentí que bajo mis pies crecían raíces, y que la tierra me cubría. Fue solo un segundo, antes de que mis dientes rompieran el encanto masticando la tierna lámina, que vertía su sangre sobre mi lengua, pero en ese segundo me llegaron poderosas revelaciones.</div><br /><div align="justify">Durante las horas que tenía asignadas para custodiar ese recinto, fui despojando a los rosales de sus pétalos, gozando de un placer que distanciaba mucho de los otros que conocía, que no eran pocos.</div><br /><div align="justify">Sabía que mi conducta podría condenarme, pero no había suficiente castigo para disuadirme de llenarme la boca con aquel minúsculo néctar, que se diferenciaba de cualquier sabor que hubiese probado. </div><br /><div align="justify">Cuando llegó mi reemplazo acababa de engullir la última de las rosas, y al saludar a mi compañero de armas mi aliento le acarició la cara, y pude ver en sus ojos un atisbo de envidia.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-25751640626873284732010-07-20T02:10:00.000-07:002010-07-20T02:17:05.204-07:00A la negra nunca le gustó que fumara (III)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEBzNxkyDhySN40ZDnutDv5cpC4FhdkzJYJBCzJV6398Tv9jjpkFHki3SEXa7sSnEGZaymsjfzP7AZsz5avuhcgQRwYtbFscHkvTuROmm759w8p17-EDZkzAql0ajskyQVwD_hyj6Avxkt/s1600/Barroselas+Metalfest+09+226.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5495914653643352338" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEBzNxkyDhySN40ZDnutDv5cpC4FhdkzJYJBCzJV6398Tv9jjpkFHki3SEXa7sSnEGZaymsjfzP7AZsz5avuhcgQRwYtbFscHkvTuROmm759w8p17-EDZkzAql0ajskyQVwD_hyj6Avxkt/s320/Barroselas+Metalfest+09+226.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Me empujó con brusquedad, y a punto estuve de quedarme con uno de sus pezones entre mis dientes, le envió una mirada de despecho a las criaturas que se agitaban en sus macetas y se deshizo de sus bragas para cabalgarme a pelo, sin preocuparse de protecciones, atendiendo solo a su placer. No tuve inconveniente, ni estaba en condiciones de hacer ningún tipo de objeción, porque desde abajo adquiría una nueva perspectiva del objeto de mi deseo, y acoplándome a sus movimientos hacía pequeños ataques a aquellos picos altivos como los de la cordillera del Himalaya, buscándola con las manos o con los dientes, pero sobretodo con lo más profundo de mi alma.</div><br /><div align="justify">La Negra no era una amazona demasiado imaginativa, se limitaba a subir y a bajar como en una montaña rusa, sin llevar el control del asunto, así que cuando me cansé de su espectáculo la derribé y la inmovilicé subiendo sus piernas hasta mis hombros, y después volví a entrar en ella con violencia, buscándole las entrañas, hasta que después de un tiempo indeterminado ¿importa demasiado si fueron veinte minutos o dos horas? Ella gritó una sucesión de orgasmos y yo saqué mi miembro hinchado de su cueva y le regué a conciencia las tetas. Todavía goteando volví a echarle la boca y chupe aquellos pezones coronados por mi leche.</div><br /><div align="justify">Enseguida pensé en que tenía que deshacerme de las plantas, de las latas de cerveza que llenaban la nevera, pensé en que no volvería a acercarme a los acantilados, ni a las puertas de las iglesias, que no volvería a recitar desde los balcones ajenos, ni a tirarme de los puentes, que no bailaría más como un poseso ni escucharía a los clásicos a un volumen decente, que ya no comería pescado ni berenjenas, que llamaría a mis padres, sonreiría a los niños y a los policías, que dejaría de ponerme camisetas de calaveras y celebraría todos los cumpleaños.</div><br /><div align="justify">Y finalmente, después de que se hiciera el silencio y de que la eternidad sucediera, pensé que después de todo, seguiría hablándole a mis plantas y matándome a pajas.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7359882335400240639.post-44196016793921701302010-07-15T02:48:00.000-07:002010-07-20T02:09:13.257-07:00A la negra nunca le gustó que fumara (II)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh7o7d90gtEeLtKrHwMFv4bfhLAb2F19Ttn7b6Am45jyKpJcI69GPQewALkgTlodjBOFfoXWPrR-djoLAPFPd1u20kH4fywlpxvZvs5W8SH4fygzBr7yhVGD75ab9FF9CNgT4IEM7B37Dr/s1600/Central+Art+30.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5486647979788934274" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh7o7d90gtEeLtKrHwMFv4bfhLAb2F19Ttn7b6Am45jyKpJcI69GPQewALkgTlodjBOFfoXWPrR-djoLAPFPd1u20kH4fywlpxvZvs5W8SH4fygzBr7yhVGD75ab9FF9CNgT4IEM7B37Dr/s320/Central+Art+30.JPG" border="0" /></a><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Con esto por fin vencí su fingida resistencia de primeriza y pude deshacerme del sujetador (uno de color crema, horrible por cierto) la gula venció a la lujuria y le eché la boca a aquellas flechas de obsidiana, que me desafiaban creciendo hasta lo inimaginable. Chupé con más ansias que si de ellos brotara la leche materna, hasta que empecé a escuchar sus lamentos: le estaba haciendo daño de verdad, y ya sabía que me lo haría pagar de algún modo. </div><div align="justify"><br />Interrumpió mi incursión en el paraíso, y cubriéndose me dijo que ya era suficiente para la primera vez, que era mejor que nos fuéramos cada uno a su casa, que estábamos yendo demasiado lejos, mientras yo me resistía a la idea de volver solo a mi habitación para hablarle a las plantas y matarme a pajas. Así que escuché todas sus tonterías con los ojos inyectados de deseo, y un lobo rugía en mi pecho sin intención de detenerse. </div><div align="justify"><br />No había llegado hasta aquí para tan poco, abjurando de mis principios elementales, desoyendo los consejos de los amigos y las voces que en mi interior me decían que no escuchase sus cantos de sirena, así que tuve que explicarle a la Negra que a un macho no se le puede encerrar en un coche con todos aquellos motivos y luego salir indemne como una virgencita, sin mayores daños que un puñado de chupetones. </div><div align="justify"><br />Volvió a hacer una lista de todas las cosas que no le gustaban de mí, que si fumaba porros y bebía calimotxo, que si comía pescado seis días a la semana, que si saltaba desde los puentes atado a una cuerda deshilachada, que si bailaba como un poseso en los conciertos, que si meaba en la puerta de las iglesias, que si me olvidaba de los cumpleaños, y que nunca le sonreía a los niños. </div><div align="justify"><br />De todo me arrepentí sinceramente, hasta del último porro que había fumado hacía menos de una hora, mientras le decía que a mi casa o a la suya, o que le arrancaba la ropa dentro del vehículo y lo hacíamos allí, orillados a una calle del centro, donde llevábamos una eternidad aparcados. Y para evitar males mayores, o porque ya lo tenía decidido desde el principio del verano, la Negra accedió a subir a mi casa, porque aunque se hiciese la estrecha a última hora ya no podía disimular las ganas de unos golpes de cadera y la humedad que le bajaba por las piernas la estaba delatando. </div><div align="justify"><br />Entramos en mi habitación traspasando las paredes, con un monstruo agitándose bajo mi vientre, demandando su tributo de carne, y cuando la tendí en la cama su camiseta ya estaba en mi alfombra, haciéndole compañía a mis pantalones y a su falda, y mi boca buscaba otra vez aquellos montes oscuros que volvían a desafiar las leyes de la naturaleza y crecían buscando mis labios, mi lengua, mi garganta.</div>Apocalipsishttp://www.blogger.com/profile/07863893985450958627noreply@blogger.com0